Las estrictas normas adoptadas para contener el coronavirus la primavera de 2020 dejaron su huella en las temperaturas, pero no como quizá se esperaba, respecto al calentamiento global . Sobre todo, en las zonas donde el aire está más contaminado.
Cuando los climatólogos vuelvan dentro de unos años la mirada a los días de 2020 y 2021 solo observarán una pequeña mella en el aumento de los principales gases de invernadero. Tan pequeña, que la pandemia de coronavirus y las limitaciones a que ha llevado apenas si amortiguarán el calentamiento a largo plazo.
Pero durante el primer confinamiento mundial, en la primavera de 2020, no solo se redujeron las emisiones de gases de invernadero, sino de otras sustancias con un efecto opuesto en las temperaturas. La contribución del confinamiento a la temperatura media mundial fue hasta ligeramente positiva, aunque pequeña: 0,03 grados en su pico; sin embargo, en algunas zonas llegó a ser de algunas décimas de grado, según Andrew Gettelman, del Centro Nacional de la Investigación de la Atmósfera, y sus colaboradores. Lo explican en Geophysical Research Letters.

El efecto fue especialmente intenso en las regiones donde, en concreto en primavera, cabe esperar una presencia abundante de aerosoles en el aire; por ejemplo, en partes de China, de Estados Unidos y de Rusia. En ellas el ascenso asociado al confinamiento fue de hasta 0,37 grados, escriben los investigadores. «La contaminación del aire enfría el planeta. Puede entenderse, pues, que un aire más limpio lo caliente», dice Gettelman.
El grupo ha usado en su estudio dos de los modelos del clima más empleados en el mundo, a los que han provisto de datos del tiempo y los vientos de los días del confinamiento. Podían así calcular los efectos de los aerosoles y sus precursores (hollín, sulfato, polvo) en la temperatura, que en las mediciones meteorológicas ordinarias quedan enterrados en la amplitud habitual de las oscilaciones de los valores.

El efecto fue, en general, más intenso en las latitudes medias y altas del hemisferio boreal que en los trópicos y en el hemisferio austral. Las poblaciones y centros industriales se concentran sobre todo en esas regiones del hemisferio norte. Las oscilaciones climáticas son allí, además, mayores que en los trópicos.
El estudio enseña lo que pasa cuando la humanidad reduce la contaminación atmosférica, con filtros o catalizadores, por ejemplo, sin que al mismo tiempo se reduzcan las emisiones de gases de invernadero. Entonces lo que cabe esperar es una contribución más al aumento de las temperaturas.
Daniel Lingenhöhl
Referencia: «Climate Impacts of COVID‐19 Induced Emission Changes», de A. Gettelman et al., en Geophysical Research Letters, 29 de diciembre de 2020.